
¿Cómo se define un edificio?
Desde un punto de vista constructivo y por tanto alejado de la normativa de los ayuntamientos y de forma general, un edificio se compone de:
- Una estructura con su cimentación: forma la parte resistente y sustentante del edificio.
- Una cubierta: protege el edificio por su parte superior de los agentes climáticos y de otros factores. Puede ser plana o inclinada.
- Unos cerramientos: los paramentos verticales que protegen el interior de los agentes externos, tanto climáticos como de otro tipo.
- Unas instalaciones: eléctrica, fontanería, saneamiento, gas, telecomunicaciones, climatización, etc.
- Unos acabados: tratamiento final de todos los elementos para darle a la obra un aspecto habitable.

Construcción de un edificio, desde el punto de vista constructivo el edificio se compone de distintas partes siendo la más importante el código de habitabilidad.
¿Qué debe cumplir un edificio para que sea habitable?
Se deben cumplir unas exigencias mínimas de habitabilidad, que son explicadas a continuación:
- Exigencias sociológicas: normativas generales mínimas sobre superficies útiles, volúmenes y condiciones de ventilación de las distintas dependencias. Además de unas instalaciones y servicios mínimos.
- Exigencias de seguridad:
- Estructural
- Contra incendio
- De utilización
- En el uso de aparatos eléctricos
- Exigencias acústicas: limitar el nivel sonoro de las distintas dependencias a unos valores que dependen del uso al que están destinados. Para ello hay que incluir en el proyecto los aislamientos acústicos necesarios tanto interiores como exteriores.
- Exigencias higrotérmicas: lograr una humedad y temperatura de confort en cada dependencia para las distintas épocas del año. También es necesario evitar condensaciones en los paramentos interiores.
- Exigencias de iluminación: los niveles de iluminación tanto de día como de noche deben superar unos valores fijados para cada estancia, en función de los diferentes usos.
- Exigencias de durabilidad: garantizar las exigencias anteriores durante la vida normal del edificio por medio de una conservación normal.
Recordemos que un edificio no dura eternamente, desde el mismo instante de la finalización de la obra empieza a envejecer, y por lo tanto es necesario llevar a cabo unas tareas de mantenimiento a lo largo de su vida útil. Un mantenimiento específico y adecuado para cada uno de los elementos que lo componen. Para eso está la Inspección Técnica de Edificios (ITE o IEE), para detectar las lesiones que le puedan afectar e implementar los medios adecuados para corregirlas.